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Audiencia: oír con paciencia. Pública: a todos

No, el del título no es el significado etimológico exacto, pero no estaría mal adoptarlo.


Podríamos sacar de él dos consejos para que nos vaya mejor con este instrumento de la democracia participativa, “para mal de ninguno: sino para bien de todos”, como diría el Martín Fierro.



Es bastante posible que lleguemos a la audiencia con reclamos a las autoridades para que las cosas se hagan como nosotros queremos. Eso es justo. La audiencia es un instrumento para que el gobierno pueda escuchar a los interesados y afectados. Sin embargo, es buena idea no sólo prepararse para hablar bien sino para escuchar bien.


Recomendación 1: Cuando hable otro es bueno callar al famoso enano fachista que llevamos dentro. Es decir, que nuestra voz interna no esté argumentando y discutiendo lo que dice el otro. Dicen los expertos que es muy difícil escuchar dos voces al mismo tiempo. Es mejor silenciar al enanito interno por un rato, a fin de que nos permita “oír, escuchar” y “entender” lo que dice el prójimo. Esto nos lleva al siguiente paso que es empatizar, es decir sentir lo que el otro siente, o al menos una aproximación. Luego podré pensar (darle lugar a los argumentos de mi enanito) y responder.


Debo confesar que yo era un pésimo escuchador y que esta enseñanza ha mejorado mucho la manera en que me relaciono con los demás. Escuchar no quiere decir que nos dejaremos arrastrar por argumentos con los que no estamos de acuerdo por mera empatía.


Recomendación 2:

Además de empatía necesitaremos “asertividad” que es la capacidad de defender nuestros propios intereses. Entonces, con una buena dosis de escucha, que genera confianza, y una complementaria de elocuencia podremos poner sobre la mesa los intereses de las partes y buscar soluciones creativas e innovadoras a fin de satisfacer lo mejor posible a todos los involucrados. (Aquí hay que recordar el cuento de las hermanas que peleaban por una naranja.


La madre le dio media naranja a cada una. Pero resultó que una quería los gajos y la otra la cáscara para hacer un postre. Si hubiera habido buena escucha se hubiesen orientado a una solución que satisficiera al máximo a las partes: toda la cáscara para una y todos los gajos para la otra). Eso se llama “Pasar de posiciones (lo que reclamo) a Intereses (el para qué de mi reclamo)”. Las posiciones llevan a la competencia y al tironeo. Con los Intereses es posible crear valor y que todos ganen.


Un ejemplo:


Posiciones: No suban las tarifas contra Suban las tarifas.


Obviamente no se puede satisfacer a ambos al mismo tiempo, con lo cual hay un conflicto sin solución y uno de los dos perderá y la audiencia pública no habrá aportado nada. Pero si preguntamos para qué a ambas partes, quizás (en un ejemplo hipotético) obtengamos los siguientes intereses:

Para no oprimir más a las clases pobres con costos inaccesibles contra para que el mercado se vuelque a las energías renovables y se evite el cambio climático que pone en riesgo grave nuestra vida en el mediano y largo plazo.


Si llegamos a esto, ahora se puede hacer una lluvia de ideas que satisfagan a ambos. Resultado hipotético de la lista de soluciones para ambos.


· Que se le aumente más a ricos que a pobres.

· Que se baje el impuesto sobre las tecnologías de energías limpias.

· Que se premie a los que no derrochan la energía con tarifas más bajas.

· Que se cobren baratos los primeros kw y haya una escala según cuanto más consume más caro le cuesta la unidad de energía.

· Que se ofrezcan mini créditos de tasa blanda para generadores hogareños eólicos, solares o termo solares.

· Etc. Etc.


Los coordinadores o facilitadores de las audiencias públicas deben fomentar que reine en ellas un clima de cordialidad y creatividad. Evitar la solemnidad y la rigidez. Mostrar videos inspiradores. Incluir exposiciones que alienten a la colaboración.


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